domingo, 8 de marzo de 2009

Pidiones

Es increíble el cómo nuestro Puerto Rico se ha convertido en un país de “pidiones”. Te pide dinero el tecato, te pide el borrachón, te pide el de la clase graduanda, el que recoge para el equipo de pelota, baloncesto, los religiosos, hogar crea, karate y hasta las batuteras, sin discriminar raza, sexo ni edad. . . Me di a la tarea de calcular CÚANTO DINERO GASTARÍA en un viajecito, cualquier día de la semana, al centro comercial más cercano de mi residencia. La contabilidad inicia con un deambulante que me pide un peso ($1.00) y además, un café. Le sumo la peseta (.25¢) que me pidió, el del primer semáforo de ida, para el CENTRO DE REHABILITACIÓN. La próxima peseta, en el semáforo llegando al centro comercial, que pide otro individuo para un niño(a) que necesita una operación.

Entro a una de esas mega tiendas, harto conocidas y ¡SORPRESA! Cuando llego a la caja registradora para pagar los artículos, se me pierde la cuenta del ejercicio al escuchar lo siguiente, ¿desea usted cooperar con un dólar para los niñitos prematuros? Seguidamente me asalta un mal pensamiento y me pregunto, si lo que se cuece en esta tienda será algún tipo de conspiración, palabrita tan de moda por estos días.

La práctica en muchas de las mega tiendas en Puerto Rico es más o menos la misma. Le informan a los empleados, en este caso los cajeros, que deberán pedir a cada cliente una aportación, para la causa benéfica y si usted anda pensando en musarañas, lo atrapan con la guardia baja y usted tranquilamente le dice que sí y ahí deja un pesito que le serviría para comerse un chocolatito para la depresión que le causará haber caído, otra vez, con esa artimaña.

Por otro lado, la misma gerencia de la mega tienda hace uso de otra estrategia para aquellos que como yo, hemos aprendido a decirle que NO al concierto de violín del cajero(a). Sucede así: la gerencia le pide u ordena al empleado (casi siempre son personas que necesitan reconocimiento por la gerencia) que debe de cumplir las horas de trabajo con un pote o frasco a la salida del establecimiento para hacer la colecta. O sea, a la vez que te verifican el recibo de compra, te dicen con frescura, “una peseta para los niños prematuros”. Confieso que casi siempre he caído en esta estrategia pero hoy me propuse combatirla y solo le di una moneda de diez centavos la cual, a la empleada pidiona no le hizo mucha gracia.

Ésto me lleva a pensar: si en realidad estamos frente a un patrón para evadir contribuciones, o lo que sea. . . Si la mega tienda tiene tantos deseos de contribuir con “una noble causa”, solo debe proponerse aportar, a la causa benéfica en cuestión, el 30% de toda la ganancia obtenida en una semana laboral. Ésto es, 30% de las ganancias obtenidas por cada tienda de la cadena en una semana en Puerto Rico ¿NO LE PARECE?

Pero no, lo que hacen estas cadenas es utilizar el recurso humano contratado para unos deberes en específico que en nada tienen que ver con el estar pidiendo chavos para los desposeídos del valle. . . etc. Entonces, ese dinero recogido por ese empleado, viene a unirse al recogido en las demás tiendas de la mega tienda y al final, es reportado imagino, al IRS, como donaciones a causas benéficas. Dicho de otro modo, obtienen beneficios tributarios con esta práctica la cual (aunque aceptada) no está relacionada con el tipo de negocio que dirigen. Piense usted, a dólar por cada cliente que llega a la caja cada día de la semana, multiplicado por 30 días y sumado a, digamos 15 tiendas en todo P.R. ¿Cuánto puede sumar eso? Suficiente pienso yo.

Lo más injusto y vil es que el empleado que pide en la salida del establecimiento o en la caja registradora, no obtiene el mismo beneficio tributario que obtiene la mega tienda al utilizar sus servicios para el recogido de dinero.

Continuando con el cálculo interrumpido. . . sumando la moneda de diez centavos dada a la empleada de la tienda; y dos peseta dadas nuevamente (de regreso a casa) al del primer y segundo semáforo, los cuales al verme se cruzan para los carriles contrarios para pedirme nuevamente. . . he gastado la suma de $2.10 en sólo dos semáforos y la visita a la tienda, en un viaje de apenas 20 minutos de ida y vuelta, en la carretera #3, en una mañana de cualquier día de la semana en mi isla.


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