viernes, 4 de julio de 2008

De paseo


Hoy me dió con pasear por la isleta de San Juan de Puerto Rico. Cuando estoy llegando a altura del puente que dá acceso a puerta de tierra, observo que yá el edificio Paseo Caribe (debería llamarse Paseo Atlántico) luce en su frontón un estilizado reloj que marca la hora en punto. Rapidamente comienzo a preguntarme, ¿Cual será esa hora en punto? ¿Será acaso la hora de que se tome una decisión a favor o en contra para terminar con la incertidumbre? ¿Quizas será la hora de que el pueblo se levante para hacer respetar las leyes de Puerto Rico y demoler el edificio sin importar el dinero que se ha invertido en el? En ese momento me sobrecoje un sentimiento de impotencia hacia el abuso del desarrollador y demás alicates que levantan semejante estructura sin respetar al pueblo. Y pensar que ese predio de terreno, en dónde está levantado ese complejo, nos pertenece a todos los puertorriqueños. Lo más irónico es ver a unos obreros sin conciencia patriótica velándole las lechugas al cabro. Esos mismos obreros serán a los cuales no le permitirán la entrada a ese edificio una vez este en funcionamiento. Ellos(los obreros) son los mismos alcahuetes que le tiran piedras a los ambientalistas que protegen lo que deberiamos estar protegiendo todos los que amamos este terruño. Yá por lo que he leido en medios impresos, hay una caterba de bien parados que han comprado apartamentos en dicha mole. No obstante, mi aplauso vá hacia el movimiento ambientalista Amigos del mar también al tribunal del pueblo y al ser humano Antonio Fernóz, por su entereza. Por otro lado, hay que hacer una mención sobre el senador que protagonizara años atrás los famosos campamentos pro estadidad. El Senador Orlando Parga hasta el momento ha dado señales de interesarle que se cumpla con los reglamentos y permisos los cuales, a la luz de la información difundida, han sido y continúan violándose. Definitivamente aquí en Puerto Rico hay dos varas para medir.

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